El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Sociedad capitalistas. Crítica a los ídolos.
			
			Introducción.
			
			Vivimos en una sociedad de carácter capitalista. Eso lo sabe hasta 
			el más tonto. Quizás algunos ignoren que en este tipo de sociedades 
			la diferencia de renta entre el grupo de potentados y los más 
			afligidos económicamente se incrementa con el paso de los años. Así 
			están las cosas, los ricos van a enriquecerse cada día un poco más, 
			los pobres (hablamos de más del 99% restante) en consecuencia van 
			a sufrir en sus carnes el síndrome “de fin de mes”. Algunos no 
			aspiran ni a esa suerte apenas si tienen para sobrevivir, la crisis está siendo realmente dura. 
Más de cinco millones de parados en España refrendan estos argumentos. Por no 
			hablar de las manifestaciones antisistema recientes. Por cierto, en 
			el tercer mundo, llegar a “fin de mes” tiene un sentido distinto: 
			significa poder seguir respirando.
			
			Es el momento oportuno para decidir a qué grupo quiere 
			pertenecer, a la de la clase trabajadora y cada vez menos potentada 
			o intentar dar un salto cualitativo e ingresar en una escalón social 
			más pudiente. Todos los indicadores reflejan la brecha que se va 
			abriendo entre clases, repitiendo el mismo comportamiento que el 
			ciudadano-masa convencional su suerte está echada. Debería pensar 
			seriamente en qué va a invertir sus próximos euros, en qué va a 
			dedicar su tiempo de ocio.
			
			Esta inconcebible grieta en el sistema es una de las múltiples secuelas de la 
			aplicación de las teorías capitalistas y también una derivación 
			lógica de nuestro 
			rutilante y creciente afán por los bienes materiales y desdén por 
		cuidar nuestro lado más emocional. 
			Es una tasa, ciertamente elevada, cuyo coste debemos asumir. Mm, no, disculpen, ese 
			es un precio que deben pagar los cortos de miras, los ignorantes, no quienes disponen de 
			las armas necesarias para defenderse y que esa filosofía idiotizante les haga mella.
			
			Probablemente si en vez de perder tantos días admirando a gente tan 
			adinerada hubiera desarrollado un juicio más lúcido y práctico 
			apuesto que ya podría hablar de sí mismo como un tipo que lucha por  
			encontrar un lugar en el mundo exponiendo a los elementos su 
			precaria personalidad, quizás con un sueldo que apenas le permite 
			cubrir gastos.
	
			
			
			
			
			 
En un mundo materialista la base de la educación estriba en que los 
			menos más desdichados idolatren (patrocinen) a los más ricos, para que 
			estos lógicamente lo acaben siendo todavía más. La instrucción 
			programada por los primeros y asimilada sin previa deliberación por los segundos es tan 
			poderosamente efectiva que estos a pesar de saberse manipulados no 
			tienen ni energías ni valor ni convicciones propias para rebelarse.
			
			
			
			Tampoco ingerir alcohol o consumir drogas 
			blandas o duras o apalancarse para contemplar un evento  
			televisivo 
			permitirá que sus problemas se resuelvan. Olvidarlos quizás, 
			atenuarlos por momentos, pero disolverlos jamás. 
			Ninguna facultad humana destacable se 
			despliega a partir del hecho de someterse a una rutina plagada de 
			actitudes pasivas o de tareas que no impliquen un esfuerzo 
			intelectual, donde no se ejercita el espíritu crítico o donde no se 
			ponga a prueba el físico o la madurez del carácter. Menos aún si se 
			emprende el camino de amigarse con el consumo irresponsable de 
			alcohol o, peor aún, del coqueteo con las drogas, ¿acaso no 
		disponemos del 
			valor suficiente para enfrentarnos al mundo sin la ayuda de estupefacientes? 
			¿es esa ridícula cobardía de entregarle parte de nuestras 
			responsabilidades a esos pequeños demonios la que debe prevalecer? 
			En mi opinión, es 
			preferible cosechar un fracaso en estado de brillante lucidez antes 
			que una victoria en pleno estado de drogadicción o ebriedad. Quizás 
		en un momento dado, consigas ganar una batallita, pero a la larga, 
		cierto tipo de fraudulentos triunfos sólo ocasionan grandes descalabros 
		futuros.
			
			Díganme qué opinan de algunos de los 
			triunfadores cuyos análisis de sangre revelan la presencia de 
			sustancias dopantes. Seguramente afirmarán con rotundidad que su 
		comportamiento es censurable, 
			considerarán, apuesto, que no constituyen un ejemplo ni para sí 
			mismos ni mucho menos para la sociedad. Apliquémonos pues la 
			misma corrección, no abusemos de aquellas sustancias que nos 
			impiden mirar al
			frente con gallardía. Algún día, háganme caso, si 
			actúan de tal modo, su voz resonará más alto que la de cualquiera 
			que se sumerja en los pantanos de aguas oscuras y ponzoñosas. 
		
		
		Sí, querido lector, quizás usted no contemple la opción de constituirse 
		como un ejemplo para nadie y sólo haya decidido 
			vivir la vida con más o menos dignidad, tratando de pasar en la medida 
		de lo posible unos cuantos ratos divertidos. Perdóneme que le diga: no 
		hay mayor intensidad que aquella que se origina en nuestro corazón, a partir 
		de sentimientos profundos provocando una sensación que emerge con un vigor 
		inusitado por todos los poros de la piel. No hay mayor gloria que 
		aquella de quererse a sí mismo sobre todas las cosas y sentirse uno con 
		todo lo que te rodea, porque esa estremecimiento del cuerpo y del alma te acompaña allá adonde vayas. 
			Siempre está contigo. Y no, no necesitas vítores de la gente o la 
		presencia cercana o lejana de ninguno de estos ídolos para retenerla. Sólo te necesitas a 
			ti mismo y la compañía de la vida maravillosa. Puede denominar a ese estado de la 
			conciencia con un nombre:  Felicidad. O también: el Don de la 
		Eternidad. Con mayúsculas. Compartir esa excitación vital con tus 
		semejantes 
			además multiplica ese estado de bienaventuranza... más todavía.
			
			
			A los demonios sólo 
			les vence primero reconociéndolos, a continuación mirándoles de 
			frente, estudiando sus debilidades, su tacón de Aquiles, y finalmente aunando 
			fuerzas para arremeter contra ellos con dureza. Estudiarlos, 
			acotarlos, arrinconarlos, enfrentarlos en suma para proceder a su 
			demolición. Rehuirlos jamás. Con ese cobarde planteamiento no 
			lograremos que su sombra deje de pisarnos los talones.
			
			Si ve que su dependencia se relaciona con la visualización de 
			retransmisiones televisivas, le aconsejo disminuya su exposición. 
			Ello le permitirá evitar convertirse en un sujeto pasivo y 
			el riesgo de acabar sumido en un estado neurovegetativo. También, por supuesto, 
		como le he dicho antes, le 
			recomiendo encarecidamente que deseche el consumo de cualquier 
			sustancia estupefaciente u remedio que tense las cuerdas de sujeción 
			a la silla del reo. Usted debe evitar en la medida de lo posible 
			la dependencia 
			malsana para evitar dar pasos atrás en el camino hacia la 
			independencia psicológica y financiera, hacia la libertad.
			
			Un consejo un poco bestia:
			Cuando estos ídolos decidan ir a verle a usted (a hacer lo que 
			sea), devuélvales usted la visita. Que sí, que usted es tan bueno o 
			mejor que ellos. Usted diga tranquilamente, por ejemplo: “Yo 
			soy sin duda mejor que Lebron James... menos jugando al basket.”
			
			Atrévase a ponerse a prueba, conviértase usted en protagonista de su 
			propia vida. ¿Cómo va a usted advertir talentos ocultos si no 
			rebusca en su interior? Quizás estemos en presencia de un potencial actor, artista, 
			bailarín, tenista, escritor, poeta, cantante, webmaster, etc, ¿Cómo 
			sabe que no alberga una semilla poderosa que está esperando ser 
			regada para germinar? Quizás usted tenga varias habilidades secretas 
			que aún desconoce, por eso le insto a practicar todo tipo de 
			deportes, leer libros de temática variadas, experimentar todo tipo 
			de actividades que amplíen sus horizontes culturales o físicos hasta 
			que encuentre su lugar en el mundo. Y aún cuando lo encuentre y se 
			sienta realizado, haga como yo, no desdeñe esa búsqueda constante, 
			puede que su capacidad de mejora no se detenga nunca.
		
			
			Charles Darwin
			
			
			El naturalista inglés Charles Darwin, padre de la teoría de 
			la evolución de las especies es considerado como uno de los científicos 
			más grandes de todos los tiempos. 
			
			Charles colaboró como expedicionario en un viaje orientado  a 
			cartografiar la costa de América del Sur. Su misión consistiría en 
			recoger muestras de especies y seres vivos procedentes de las 
			múltiples islas y lugares visitados.  Su padre se opuso en 
			principio al viaje que se planeaba para dos años, aduciendo que 
			resultaría una pérdida de tiempo (todo un 
			visionario), pero finalmente 
			Charles aceptó a emprender una travesía que transformaría la 
			comprensión de la naturaleza evolutiva de los seres vivos. El barco en el que emprendió 
			el viaje se llamaba "El Beagle". Esta trayecto, que se prolongó durante 
			cinco años (de 1831 a 1836) constituye una de las expediciones científicas 
			más fructíferas de la historia por las conclusiones que 
			Charles extrajo a partir de las experiencias y datos obtenidos.
			
			
			Si Charles hubiera decidido quedarse en tierra quizás hoy la 
			historia le brindaría una pequeña reseña como un 
			humilde y concienzudo naturalista reconocido 
			por sus exhaustivos estudios... de los percebes y las lombrices de 
			tierra. No es broma.
			
			A Charles Darwin no se le considera un lumbrera intelectual(1) del 
			nivel de Isaac Newton, 
			Albert Einstein o Stephen  Hawking. Quizás sus talentos y 
			capacidades no fueran más que ligeramente superiores a la media, 
			pero tuvo una poderosísima idea que renovó los cimientos de la 
			ciencia de su época. Esa idea no surgió de la nada sino de un largo 
			proceso de experimentación y estudio. 
			
			
		
			(1) 
			De hecho, el propio Charles confesaba que "su cerebro no estaba 
			hecho para pensar mucho". Pues menos mal.
		
			
			Thomas Alva Edison
			A Thomas Alva Edison, empresario y prolífico inventor, poseedor de 
			más de mil patentes. se le conoce principalmente por haber 
			inventado la lámpara incandescente.
			
			Sin embargo, el camino no fue en absoluto fácil,  el éxito se 
			le escurrió de las manos cientos de veces. Su carácter incansable, 
			sin embargo, le reportó finalmente el fruto deseado: tras muchos 
			intentos consiguió un filamento que alcanzó la incandescencia sin 
			fundirse. La 
			chispa del genio se produjo después de miles de veces de trabajo 
			duro de frotar y frotar la cerilla de diferentes maneras. Otros se 
			hubieran detenido azotados por la decepción de sufrir un primer fracaso.
			
			Edison es considerado el inventor más genial de la era moderna. 
			Escuchen al propio Edison cuando afirmaba:
			"Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, 
			sino por el número de veces que tienen éxito."
			"No me equivoque mil veces para hacer una bombilla, descubrí mil 
			maneras de cómo no hacer una bombilla"
			
			Yo creo que todos alberguemos un Darwin o un Alva Edison en nuestro 
			interior. Recuerden que el genio y su tarea de 
			estudio se organizan en una simbiosis o matrimonio perfecto. El trabajo 
			bañado de entusiasmo no agota sino que siempre resulta estimulante. 
			Devoción más trabajo duro son las claves del éxito.
			
			Recuerde que la Ecuación del Éxito implica una parte importante de 
			devoción y entusiasmo por la tarea a desarrollar, el trabajo 
			realizado y un factor concluyente que es el entorno. Encontrada la tarea que le 
			entusiasme, con un entorno favorable, una pizca de suerte y un 
			trabajo constante el éxito está asegurado. 
			
			He preferido no incluir la inteligencia en la ecuación porque 
			existen demasiados casos de tipos con apenas estudios, 
			que se han hecho a sí mismos y que han dado al traste con la teoría 
			de que la inteligencia se correlaciona de manera notable con el 
			éxito en la vida. La inteligencia obviamente sí es un factor pero 
			siempre que el cociente no sea muy bajo, no incide de manera 
			esencial en el resultado. El escritor Malcom Gladwell revelaba en 
			unos de sus libros ("Outliers") que un coeficiente intelectual 
			otorgaba cierta ventajara para conseguir el éxito en la vida pero 
			una vez superado un cierto umbral que él situaba en 115 (la 
			media está entre 90 y 110), la diferencia entre exitosos y 
			fracasados o tipos corrientes se difuminaba. Corolario: puede que 
			usted no sea muy inteligente pero eso no le servirá de excusa para 
			convertir sus sueños realidad. Yo no conozco mi cociente intelectual... 
			ni me importa lo más mínimo, pero sí sé una cosa: soy muy testarudo 
			y cuanto deseo una cosa no me detengo hasta conseguirla. Eso, en la 
			gran mayoría de casos, cuenta más que disponer de una gran 
			inteligencia o excelente currículum académico. 
			Sí le puedo asegurar que no soy en absoluto un superdotado, ni 
			tampoco nací con 
			memoria fotográfica ni con ningún talento especial, pero sé que mi tesón, mi 
			optimismo, mi espíritu vital y mi fe en conseguir objetivos derribarán 
			cualquier barrera. Tarde o temprano.
			
			
			
El 
			agua es blanda, la piedra es dura, pero gota a gota la piedra se 
			horada y se hace cavadura.![]()
			
			
			Tampoco he incluido la carga genética en un arriesgado intento de 
			demostrar que la energía motivadora contenida en la convicción de desear fuertemente 
			una cosa y poner el mismo empeño en conseguirla supera 
			ampliamente las desventajas de adolecer deficiencias 
			físicas o limitaciones recogidas en la cadena de ADN. Para aspirar al reto de la 
			gran felicidad (o gran éxito) no es necesario haber sido agraciado 
			ni con el poderío físico de algún Usain Bolt o la inteligencia 
			excepcional de un 
			Stephen Hawing, el cual por cierto convendría conmigo que, en muchos 
			casos, las limitaciones físicas no son un impedimento para alcanzar 
			la felicidad, el éxito, el dinero y también la celebridad. 
			
			Todos, sin excepción, disponemos de facultades 
			suficientes para alcanzar cierta jerarquía en algún oficio.
			
			Para muestra un dato, fíjense en este enlace:
			http://es.wikipedia.org/wiki/Marilyn_vos_Savant 
			Marilyn Vos Savant, la mujer con el coeficiente intelectual más 
			elevado del mundo  trabaja en la revista Parade.  Su 
			cometido consiste en responder preguntas de los lectores acerca de diversos temas.  La columna 
			de la revista donde se recoge esta sección toma el nombre de "Ask 
			Marilyn". Leído esto, apuesto a que no les no parece un ser 
			humano fuera de lo común. 
			Pues créanme cuando les digo que existen miles de ejemplos de superdotados 
			ocupando puestos de bajo nivel en 
			empleos corrientes. Desengáñense, el coeficiente intelectual 
			correlaciona de forma imperfecta con el éxito social o laboral y 
			también por tanto con la felicidad y el nivel de autoestima del 
			individuo.
			
			Aquí tienen otro ejemplo:
			
			http://sobrecuriosidades.com/2009/01/24/el-hombre-mas-inteligente-del-mundo/ 
Contacto y comentarios
Puedes comentar este texto aquí: Comentarios
También puedes contactar con el administrador en este enlace: Contacto