El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos

Creado: 31/1/2012 | Modificado: 1/7/2014 6100 visitas | Ver todas Añadir comentario




Hemos ganado (el aguafiestas).
 

- Oe, oeee, campeones, campeones, oeee...
- ¡Qué partidazo! Ya somos campeones de Europa, ¡qué triunfo, qué alegría! Ojalá que el alborozo de este día se prolongara para siempre.
- Sí, al fin hemos conseguido el triunfo final, oeeee, oeeee.
- Sí, es magnífico, maravilloso. Esto... por cierto, ¿cuándo reparten los premios?
- Sí, em... ¿qué premios?
- ¿Hemos ganado no? Digo yo que cuándo nos dan nuestro premio.
- ¿Premios? La copa de Europa dices, pues supongo que...
- No, a nosotros los aficionados, ¿cuándo nos entregan nuestra recompensa?
- Bueno, a nosotros no nos dan nada por...
- ¡Qué dices! ¿Nada? ¿Cómo que nada?
- Bueno, son los jugadores quienes se llevan los trofeos, el reconocimiento y el cariño del público, el dinero...
- Los jugadores ganan un dineral, encima recibirán primas millonarias y a nosotros no nos corresponde nada. Ni 100 euros, ni una camiseta ni un póster, ni un paquete de pipas. ¡No puede ser!
- Pues... no. Si quieres camisetas, pósters,  hay que comprarlos y tal... y no suelen ser baratos. De hecho, la camiseta del Barça puede costarte 60 ó 70 euros.
- Grrrr, ¿pero es que no hemos invertido suficiente dinero ya? O sea, he venido pagando todo el año para asistir al estadio, he dedicado montones de horas a la causa: viajes, gasolina, gritos de ánimo y ahora no me dan ni las gracias. ¿Todo se lo llevan los jugadores? ¿Con nosotros no reparten nada? ¡Joder que soy un honrado trabajador y me esfuerzo mucho en venir a animar! ¡Ahora resulta que ni ganando la competición más prestigiosa nos retribuyen!
- Bueno, pero podemos ir a celebrarlo al estadio seguramente en unos días.
- Ah, ok, y allí ¿qué nos van a dar?
- Joer macho, qué pesado, pues ofrendarán el triunfo, bailaremos, reiremos...
- Oh, magnífico si, de hecho todo eso está muy bien... y claro, seguro que sí que los jugadores sí repartirán parte de lo ganado con nosotros, ya que ellos tienen mucho y nosotros muy poco en comparación, y ya que les hemos empujado a la gloria, serán generosos con nosotros. Seguro que sí, con lo "grandes personas" que son, no tengo dudas de que obrarán del modo correcto. ¡Fantástico! ¡Sólo espero saber cuánto me tocará a mí! ¡qué premio, dinero o regalo!
- Pues...
- ¿Y cómo lo hacen? Sortean los galardones, ¿eeheheheh? Ya me estoy ilusionando... ¡Tantas horas de dedicación al club merece tener una distinción, un pequeño homenaje, sí señor!
- Repartir ejem... me temo que se lo quedan todo para ellos.
- ¡Ja, ja! ¡Qué bromista eres venga! Jamás nos harían esto... ¡Que ya son bastante ricos! ¡Venga, no me tomes el pelo! ¿Ni siquiera un minúsculo reconocimiento para los aficionados más comprometidos? ¿Ni un puto llavero con la insignia del equipo?
- Me temo que eso es lo que hay... Se supone que nosotros ya debemos de estar agradecidos por contemplar cómo despliegan su maravilloso juego. Es decir, debemos sentirnos recompensados por su éxito. Se supone que su éxito es el de todos los seguidores. Su presencia en el campo debe ser un estímulo gratificante y...
- ¿Y ya está? ¿Y todo lo que me he entregado yo por la causa no tiene mayor retribución que... se enriquezcan los demás, que se pasen el día jugando mientras yo me mato trabajando? ¡Pero bueno, qué me estás contando!
- Pero hombre puedes disfrutar de la satisfacción de una gran victoria, el honor de pertenecer a un gran club...
- Claro sí, eso está muy bien, pero ... yo... no es por nada, cuando se disipan los vapores de la victoria no me siento muy vencedor. Llego a casa y los problemas siguen acompañándome, en el trabajo me va regular, la crisis no parece terminar nunca y estos cada día ganan más, yo cada vez menos y a mí nadie me da nada. Y hoy porque hemos ganado pero cuando perdemos menudo chasco, dos días con dolor de estómago, prefiero no hablar de deportes con nadie...un sinvivir.
- Ya... Sí, claro... Cuando se pierde es duro... Hay veces que a mí también me cuesta dormir.
- Bueno, me queda la esperanza de que a partir de ahora cuando pierdan al menos sí nos devuelvan el dinero de la entrada...
- La verdad ya la conoces... nunca nos devuelven el dinero. Ni aunque salgan derrotados de manera vergonzosa y humillante, monten bochornosas tanganas o el entrenador se comporte de manera patética y le meta el dedo en el ojo a un compañero. Da lo mismo. Debemos acatarlo. Así son las cosas. Eso sí, con suerte, algún día, si esperas unas horas agazapado entre la multitud y saltas en el momento justo sobre uno de los miembros del equipo, puede que este amablemente te dedique 10 segundos y te firme un bonito autógrafo. ¡Igual incluso te puedes hacer una foto con él! ¡Para la posteridad!
- ¿Que me qué? ¿Que salte como un loco para obtener una simple firma en un papel?, o sea ¿por un maldito papel arrugado me voy a tirar horas pegándome con otros aficionados para ganarme el privilegio de que me atienda un miserable minuto?
- Estoo, pues a veces ni con mucha suerte, tesón y paciencia lo consigues. Debes esperar el momento propicio, y en ese momento abordar al ídolo. Además reza para tu ídolo se haya levantado de buen humor y decida brindarte unos instantes de su ocupadísima vida. Ya sabes que suele haber multitud de gente deseosa de tal encuentro, de tal "placer divino". A veces la cola es larguísima y los aficionados se empujan de mala manera con tal de alcanzarle o incluso rozar uno de sus dedos. Entiéndelo, ¡son como dioses! ¡Yo conozco quien ha esperado estoicamente durante horas y horas, incluso durante días y semanas simplemente para poder hablar diez segundos con uno de ellos! ¡Y se van de contentos! ¡Yo lo hice una vez y me duró la alegría dos semanas!
- ¡O sea que me puedo pasar la tira de horas haciendo el primo, para así con suerte me otorguen con una oblea en forma de  papel firmado y con suerte dos palabras, una sonrisa y además con prisas, como si yo fuera un don nadie! ¡Dios mío no puede ser! ¡Un puñetero papel firmado es lo máximo a lo que puedo aspirar! ¡Y después de esperar horas! ¿Y qué coño hago yo con un papel? ¿Enmarcarlo, venderlo? ¿Tiene poderes mágicos? ¿Me concederá tres deseos? ¿Podré cambiarlo por una entrada gratis al menos, no?
- Ejem... si... bueno... no sé... puedes guardarlo de recuerdo. Y no, dudo que una entrada te la canjeen por dicho autógrafo.
- ¡Ya me lo suponía! ¿Tendrá algún efecto en mi sueldo si se lo enseño a mi jefe? ¿Le servirá a mi hijo para aprobar las asignaturas de la ESO?
- Me temo que no, pero si se lo enseñas seguro que se emociona... Además puedes presumir con tus amigos que te lo ha firmado tal jugador. Venga hombre, que hemos ganado, alégrate... ¡Te veo muy raro hoy! ¿Qué has tomado? ¡¿No tendrá que ver ese cambio de humor repentino con la lectura del blog ese raro que hablaba de los ídolos?! ¡Ay machote que te están liando, que te están sorbiendo el cerebro! Seguro que es un tipejo de esos que que lo único que quiere es ganar dinero a costa de la ingenuidad de la gente, no deberías leer esas tonterías, es un sensato consejo de amigo que te doy.
- ¡Bah, lo que he hecho es despertar! En fin, lo que voy a hacer es intentar hablar con los componentes del equipo y comentarles mi situación. Creo que se está cometiendo una justicia, pienso sinceramente que deberían escucharme, esto no puede quedar así. Me siento estafado. Menuda birria de ídolos. Toda la vida pagándoles para nada. Un día me muero y seguro que ninguno se acuerda de mí.
-Pues me temo que lo tienes claro, quedar a hablar con ellos no te va a resultar nada fácil. Lo único que se me ocurre es que aparezcas por alguna peña aunque sea como agente infiltrado un día que alguno de ellos haya concertado su presencia.
- O sea que, ¿tampoco me van a querer escuchar? Yo he ido a verlos a ellos muchas veces, incluso a los entrenamientos con mis niños y ¿me dices que no me van a dedicar ni 20 miserables minutos?
- Bueno, esto, quizás sí pero lo veo complicado. Recuerda que los aficionados somos miles, y ellos no dan abasto, no pueden complacer a todos y cada uno de nosotros. Debes resignarte. Además, da igual lo que les cuentes, te van a decir que no te preocupes y que sigas asistiendo al campo. Es lógico... Venga, alégrate, ¡joer que hemos ganado...! ¡no me amargues!
- Sabes lo que te digo, que pensándolo mejor, creo que a partir de ahora me preocuparé más de mí mismo y menos de ellos. Quizás algún día cuando se aprendan mi nombre de memoria les daré cancha. Yo ya he asistido demasiadas veces a verlos, demasiado dinero invertido para tan poca retribución. Ya he cubierto el cupo. He colaborado más de lo necesario. Ahora les toca a ellos devolverme los favores. Se acabó la historia. Yo no me considero menos que nadie, pero lo que sí me siento es estafado, yo igual de pobre y ellos cada vez más ricos, y además me cobran por todo. ¡Les toca repartir! O eso o nada. No transijo más. Hasta aquí hemos llegado. Y más con la crisis que hay, ¡hombre por favor! ¡Aquí todos nosotros  con sueldos pírricos apenas llegando a fin de mes, amigos en el paro y viendo cómo traspasan a uno de estos por decenas de millones de euros! Joder, ¿qué pasa? ¿que uno de ellos vale como un millón de nosotros? ¡Me parece terriblemente injusto e incluso inmoral!
- Vaya, pues es otra forma de verlo sí...
- Un papel arrugado firmado es lo que me merezco yo, menudo timo de la estampita, ¡no sé cómo demonios he podido ser víctima de una ingenuidad tan grande durante tantos años! ¡A partir de ya me voy a buscar un ídolo que me solucione los problemas, que me haga más rico, más feliz, más poderoso, más todo, y que reparta sus conocimientos conmigo! ¡A ese sí que le pagaré con gusto! ¡Se ha acabado tirar el dinero! ¡Con estos tipejos podría dilapidar 50 000 euros y diez mil horas de mi precioso tiempo y acabar albergando la misma sensación de frustración e insignificancia!
- Pues que tengas suerte, pero sabes lo que te digo, me temo que nadie te va a echar de menos, tío, en realidad, a fuer de ser sincero, no nos haces falta, nadie te necesita y además, sabes lo que te digo ¡que eres un aguafiestas! ¡Que te den! En fin, allá tú, yo me voooooy de botellón a celebrar la victoria, oe, oe, oe... ¡Voy a coger un pedo ketekagas y burlarme de todos los "merengues" mataos que vea por la calle! ¡Mañana paso de trabajar! ¡Campeooones! ¡Campeoones! ¡Toooot el camp és un clam...!
- Ok, ya nos volveremos a ver... igual dentro de unos años. Veremos qué tal nos ha ido. Una cosa sí sé, buena parte del dinero (y tiempo) que invertía antes en enriquecer a los demás ahora tengo claro que repercutirá en mi propio beneficio. Punto y final. Seguramente pondré la tele porque me gusta este deporte pero eso será lo máximo que obtendrán de mi persona. Aunque estoy por ponerles una demanda...

Y volvió unos años después... y ninguno de sus amigos pudo reconocerlo. Su forma de ser y de percibir el mundo se había transformado notablemente, su carácter había experimentado un cambio sustancial y ahora hablaba de múltiples temas con gran conocimiento, cambió de trabajo, mejoró su vida laboral y social. Conoció y aplicó durante meses algo llamado "La Cultura del Enfrentamiento".

Nuestro "revolucionario" amigo maduró más en un solo año de "enfrentamiento" con la realidad que sus colegas durante 20 años profesando la cultura del "constreñimiento" (aquella cultura tan sectaria y reduccionista que te va empequeñeciendo hasta convertirte en un diminuto hombre-tornillo, con un corazón-lenteja y una mente-guisante).

Sus "colegas" todavía siguen persiguiendo autógrafos y celebrando las victorias con nocturnos alcoholes.

Personalmente, yo no perdería ni un precioso segundo de mi tiempo en hacer cola para suplicarle la rúbrica en un papel a un divo de estas características. Es una de las cosas más idiotas que se me ocurren. ¡Al menos que te dé una camiseta demonios! Por no ir, no voy ni al estadio. ¡Que venga el estadio a mí y que pague entrada por verme! ¡Le hago descuento! ¡Juas, me parto!




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