El efecto placebo. Estudios y experimentos

Creado: 5/7/2012 | Modificado: 30/1/2013 9164 visitas | Ver todas Añadir comentario



El efecto placebo. Estudios y experimentos.
 
¿Qué es el efecto placebo?

Según la Wikipedia:

El efecto placebo es la capacidad curativa de un agente terapéutico que no produce ningún efecto farmacológico.

Se trata, por tanto, de un fenómeno psico-fisiológico en el que los síntomas de un paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia placebo, es decir, una sustancia sin efectos directamente relacionados con el tratamiento de aquello que estaría causando (etiología, conocida o no) los síntomas de dicho paciente.

La explicación fisiológica postulada para este fenómeno sería la estimulación (no por parte de la sustancia placebo, de lo contrario no entraría en la definición) del núcleo accumbens situado en el cerebro que daría como resultado la mejoría del cuadro sintomático del paciente que afirma estar aquejado por un mal a su salud.

Hay gran variabilidad en la presentación de este efecto y la aparición del mismo está determinada por factores del individuo, de la sustancia (incluida su forma de administración) y del medio en el que se realiza el tratamiento. Sin embargo, la cuantificación de este fenómeno es muy útil en determinar la utilidad y seguridad de fármacos y otras sustancias en la terapéutica.


Estudios sobre el efecto placebo

Caso 1. Vida y Muerte.

En una misión en el Pacífico Occidental, un médico de la Fundación Rockefeller tuvo que convivir con nativos.
 


El hecho involucraba al sacerdote de la misión, a su asistente, a un nativo llamado Rob y un hechicero llamado Nebo. Lo que ocurrió es que el sacerdote pidió al doctor que examinara a Rob, ya que él mismo había constatado que éste se encontraba enfermo, pero el médico no encontró ningún índice de esto ni tampoco alguna referencia de que el sujeto experimentara algún tipo de dolor, pero sí quedó impresionado al constatar que el nativo estaba enfermo y muy débil. Luego, el médico se enteró de que el hechicero había apuntado a Rob con un hueso, y esto había convencido al nativo de que moriría muy pronto.

Así, el médico y sacerdote buscaron a Nebo para que se presentara ante el nativo para explicarle que nada malo podía ocurrirle. Si no lo hacía su provisión de alimentos que era dada por la Fundación, se terminaría.

El hechicero fue hasta donde Rob acompañado por el sacerdote y el medico, Nebo se acercó a Rob y le dijo que todo había sido un engaño, una broma. El médico quedó impresionado ante el cambio del nativo, quien pasó de un estado casi comatoso o moribundo a una fase saludable, con tal fuerza física irreconocible.

 



Caso 2. El señor Wright.

El Sr. Wright era un sujeto que sufría de un mal generalizado y avanzado que afectaba sus nódulos linfáticos, un linfosarcoma.

Él desarrolló resistencia a todos los tratamientos paliativos y anemia lo cual le impedía usar la quimioterapia. Para este momento el sujeto ya presentaba tumores del porte de una naranja en axilas, cuello, ingle, pecho, abdomen. Estaba en estado terminal, no tratable, sólo se le administraban sedantes para aliviar la etapa final.
 


A pesar de esto él se sentía muy esperanzado y le pidió a su doctor que lo incluyera en un grupo de investigación en el cual se pretendía poner a prueba cierta droga, argumentando que no tenía nada que perder. La droga se llamaba Kreboizen, y al Sr. Wright sólo le habían pronosticado dos semanas más de vida. Entonces el médico lo incluyó en la investigación. La primera dosis de la droga fue un día viernes, y el médico llegó el lunes al hospital pensando que Sr. Wright ya había dejado de existir, pero no fue así. Milagrosamente el sujeto se encontraba mejor que nunca, no presentaba fiebre y no se le observaba para nada abatido, como era su estado normal.

Los tumores habían desaparecido, mostrando una regresión tan rápida que ni el mismo médico podría explicar. El paciente fue dado de alta, y durante su estadía en el hogar se enteró por medio del diario que el Krebiozen era una sustancia inocua. Esto le provocó una recaída y volvió al hospital. Esta vez, fue su propio médico quien le propuso volver a retomar las inyecciones de Krebiozen, argumentando que la droga sí surtía efecto y que el artículo del diario era falso por que hacían referencia a otras drogas. El doctor hizo esto por que sabía que daría resultado, ya que su paciente había demostrado tener gran esperanza con respecto al efecto de la droga y sus efectos positivos ya se habían confirmado y, además, no había otra opción.

Así, otra vez la enfermedad presentó una regresión al administrarle las droga, el sujeto se recuperó y volvió a su casa, los tumores esta vez se disolvieron, y el paciente volvió a caminar. Pero el final de este caso no fue positivo, por que Sr. Wright falleció semanas después cuando nuevamente se volvió a publicar un artículo que enfatizaba que el Krebiozen no tenía ninguna función.

Este último caso se calificó como un clásico para el dilema de la respuesta placebo, incluso en enfermedades terminales como el cáncer.

Los médicos que se encontraban a cargo de la salud del Sr.Wright concluían que había sido el optimismo del paciente lo que había influido en varias fases de su enfermedad, mientras que el paciente le atribuyó al placebo la función salvadora, lo que lo llevó a una prolongación de su vida y al mismo tiempo se presentaron muchos índices de cura.

 




Caso 3. La ilusión también cura. Moseley.
 

Moseley invitó a sus pacientes a participar en un experimento excepcional e inofensivo. Quien accedía a tomar parte era conducido a la sala de operaciones para la intervención quirúrgica. Sin que el enfermo lo viera, allí Moseley abría un sobre lacrado con las indicaciones acerca de si la operación debía ser real o simulada. En el primer caso (la mitad de los participantes) se procedía del modo habitual.

La decisión sobre quiénes iban a ser intervenidos y quiénes no fue tomada por otros colegas médicos para evitar que Moseley eligiera de forma deliberada o inconsciente a los candidatos con mayores probabilidades de curación.

Los pacientes no seleccionados para la cirugía recibían una fuerte dosis de tranquilizantes y unos pequeños cortes superficiales en sus rodillas para simular incisiones de una operación con bisturí. Moseley enviaba después a todos los pacientes a sus casas con una prescripción de calmantes contra los dolores de la herida. Ninguno sabía lo que habían hecho en su rodilla. Al cabo de dos años, casi todos los pacientes estaban muy satisfechos con el resultado de la operación, real o ficticia. Hasta la fecha, más de 180 enfermos con dolencias en la rodilla se han sometido a este experimento.
 



Cado 4. Otros casos.

En la era de la manipulación genética y de intervenciones quirúrgicas por ordenador, la confianza en el tratamiento clínico que se aplica influye de forma positiva en la curación del enfermo.

Así se ha demostrado con innumerables estudios y pruebas con analgésicos, antidepresivos o fármacos hipotensores frente a remedios que contienen sustancias inertes, como harina o azúcar.

Esta investigación no arrojan diferencias estadísticas relevantes. Al contrario, los resultados son a menudo muy ajustados: de cien pacientes con quienes se probó el efecto del fármaco, unos 50 mejoraron de su dolencia, mientras que de los cien pacientes que recibieron una sustancia inerte o placebo 40 reaccionaron de forma positiva. Por tanto, la eficacia del compuesto biológicamente activo es algo superior, pero el contraste es poco significativo en términos relativos.


 




Caso 5. Placebo y enfermedades.
 

Comparación entre el porcentaje de mejoría entre los grupos tratado y control (placebo) según diferentes condiciones. Destaca el elevado porcentaje de sujetos que mejora sin uso de un fármaco activo. Es notable también el amplio espectro de enfermedades que responden al efecto del placebo. Adaptado de WALACH H, MAIDHOF C. Is the placebo effect dependent on time? A meta-analysis. In: Kirsch I (ed). How expectancies shape experience. Washington, DC: American Psychological Association Books, 1999:321-32.

 

Enfermedad Grupo tratado
Mejoría (%)
 
Grupo placebo
Mejoría (%)
 

Desórdenes afectivos
Trastorno de pánico
Trastorno de personalidad
Demencia
Artritis Reumatoide
Dolor
Cáncer

65
49
65
32
45
68
37
 

46
23
35
10
23
21
33
 

 




Caso 6. Masaje "placébico".

El efecto placebo consiste en que una parte de nuestro cerebro se activa ante el mero hecho de esperar un alivio del dolor. Algunos experimentos curiosos muestran como a personas que se les daba un masaje de ultrasonidos con el aparato desenchufado en la mandíbula, tras una operación de muelas, la hinchazón disminuía notablemente en un 35 % de los casos. En otros experimentos una supuesta crema antivoltaje (simple crema hidratante) disminuía los efectos de las descargas en los pacientes…

El efecto opuesto también se produce. Es decir, ante la inminencia de un hecho doloroso, la parte del cerebro que se activa es la que manifiesta dolor. Con la salvedad de que no es la zona “nerviosa”, sino la “afectiva o emocional”, también llamada “empática”. El experimento consistía en que se seleccionaban dos personas que fueran pareja. Alternativamente se le daban pequeñas descargas eléctricas en las manos. Solo la mujer podía ver en una pantalla la mano de su compañero cuando se le aplicaba la descarga. El experimento mostraba que las mujeres manifestaban la misma actividad cerebral cuando ellas sufrían la descarga, que cuando veían la mano de su compañero sufrirla.

Es necesario señalar que en ambos casos estamos hablando de procesos involuntarios: en el primer caso, los sujetos de los experimentos no saben que se les está suministrando placebo (o solo placebo). En el segundo caso, desconocen el tipo de experimento al que están siendo sometidas (las mujeres en este caso).

 



Caso 7. Alcohol y placebos.

A veces basta con pensar que uno está tomando alcohol o cualquier otra droga para sentirse invadido por los efectos de esa sustancia. Una broma que se ha propagado en muchas universidades, por ejemplo, consiste en dar a fumar una planta semejante a la marihuana que en realidad no es marihuana.

La víctima empieza a decir tonterías y a asegurar que se está “colocando”, hasta que finalmente se le revela que ha estado fumando algo sin efectos psicoactivos. Lo cual demuestra, también, el poder del placebo.



El investigador Richard Wiseman realizó un experimento más exhaustivo con el alcohol, también con estudiantes universitarios. Los participantes debían pasar una noche en un bar, con sus amigos. El alcohol era totalmente gratis (hecho que propició que muchos estudiantes aceptaran someterse al estudio).

Antes de que empezara la fiesta, sin embargo, los participantes tuvieron que superar una serie de pruebas:

Cada estudiante recibió una lista de números y tenía que recordar todos los posibles, caminar por una línea marcada en el suelo, y pasar por una prueba de tiempo de reacción que consistía en sostener una regla entre el pulgar y el índice, para después soltarla y cogerla en cuanto la viera moverse.

A continuación, dividieron el grupo en dos: los rojos y los azules (todos recibieron una chapita correspondiente a su color. La fiesta empezó y, a medida que la gente iba a la barra a pedir más bebidas, hablaban más alto, estaban más alegres y coqueteaban más entre ellos. Al intentar superar las pruebas del principio de la noche, la mayoría lo hizo muchísimo peor.

Tanto el grupo rojo como el grupo azul tuvieron unos resultados muy similares: sufrían problemas de memoria, experimentaban dificultades para mantener el equilibrio sobre la línea y se les caía la regla. Lo que no sabían los estudiantes es que todos los integrantes del grupo azul bebieron, sí, pero ni una gota de alcohol. Todas las bebidas sabían y olían como si tuvieran alcohol, pero algunas no tenían ni un gramo. El personal de la barra tenía instrucciones estrictas de mirar el color de la chapa de cada persona antes de servirla, ya que debían proporcionar alcohol de verdad a los del grupo rojo e imitaciones sin alcohol a los del grupo azul.

Al creer que estaban borrachos, los que no habían tomado alcohol se comportaban como si hubiesen bebido. El mismo tipo de efecto aparece en los ensayos clínicos: las personas expuestas a falsa hiedra venenosa desarrollan sarpullidos reales, los que beben cafés descafeinado están más despiertos y los pacientes que pasan por una falsa operaciones de rodilla afirman sentir menos dolor en los tendones “curados”.

 



Caso 8. Placebo y pseudociencia.


Richard Monvoisin, enseña zetética: explicación racional de fenómenos paranormales
"La homeopatía y las flores de Bach son eficaces... placebos"
 

Enseña Didáctica de la Ciencia en la Universidad de Grenoble. Puede verificar un milagro, pero no la fe. ""Soy escéptico en ciencia como Pirrón y en política como Chomsky. Verifique sus creencias: no hace falta ser un científico, sólo un ser racional""

Eso de zetética suena a paraciencia...
Pero es lo opuesto: viene del griego zetein (examinar). La zetética aplica el método científico para dar explicaciones racionales a fenómenos paranormales y verificar creencias empíricamente, con experimentos.


Por ejemplo.
Hemos probado que la homeopatía no tiene efectos terapéuticos clínicamente demostrables, ni tampoco las flores de Bach ni otras muchas terapias alternativas...

¿Cómo lo han probado?
Con estudios clínicos, por supuesto.

¿O sea, que no sirven para nada?
Sirven, pero no más allá del efecto placebo.

¿Qué quiere decir?
Pues que a muchos de quienes las toman, les hacen bien, pero no por su efecto clínico, sino sólo por el psicológico.

No es eso lo que dicen los homeópatas.
Nosotros no afirmamos nada sin probarlo. Hacemos experimentos o divulgamos otros ya conocidos, pero sin juzgar a nadie, y en eso me diferencio de un pionero de la zetética, el Nobel de Física Georges Charpak...

Fue huésped de La Contra.
Y gran científico, pero trataba con paternalismo a quienes creían en esas terapias.

Supongo que algunos pacientes seguirán usándolas, pese a la zetética.
Sí, y están encantados con su efecto placebo, pero la zetética les muestra que es el único que tiene. Después, ya sabiéndolo, podrán elegir entre los hechos y sus creencias.

Parece justo y necesario.
Es imprescindible, pero incómodo. En Francia, la homeopatía es un lobby protegido por varios ministros que tienen intereses en una gran multinacional de productos homeopáticos y ningún interés en difundir los resultados de los ensayos clínicos.

¿Por qué la gente cree en su eficacia?
Porque es más cómodo creer que verificar, ergo tomamos más decisiones irracionales que racionales. Muchos creen que si creen se curan y en parte es cierto por el efecto placebo. Lo mismo nos pasa con otras creencias, no sólo terapéuticas, sino políticas y económicas. Yo les animo a que las pongan a prueba con sus propios experimentos.

Díganos cómo.
Para verificar cualquier creencia, empiece por deconstruirla: remóntese a sus orígenes para localizar sus fuentes y aclare después su cui prodest (a quién beneficia).

Si un estudio dice que el tabaco rejuvenece, comprobar si lo paga la tabaquera.
Eso no invalidaría necesariamente sus conclusiones, pero si al final resultara falso, explicaría a quién beneficia su falsedad. Si verifica, por ejemplo, la eficacia clínica de la terapia de las flores de Bach, verá que en sus orígenes sólo está la pura intuición de un señor inglés, Edward Bach, que clasificó a los humanos en siete categorías...

Eso ya lo hacía Hipócrates.
... Y asoció sus bacilos intestinales con ciertas propiedades de 36 categorías de flores. Y hoy aún no tienen más que esa intuición para fundar esa creencia terapéutica.

Pues no son terapias baratas.
Cuanto más pagas por un placebo, más efectivo es. El dinero, el tiempo y el esfuerzo que cuesta una terapia dudosa la refuerza.

Miel sobre hojuelas para el terapeuta. Insisto en que la zetética debe verificar, experimentar, mostrar y difundir resultados, pero no juzgar ni condenar a nadie: las falsas creencias son como muletas irracionales para muchos humanos, por eso no hay que quitárselas de golpe, sino demostrarles que pueden andar sin ellas... Si quieren.

En algo hemos de creer.
A menudo el propio terapeuta cree sinceramente en sí mismo. En mi universidad hicimos un experimento para demostrar la eficacia de un terapeuta por magnetismo.

¿Curaba con las manos?
Él y sus pacientes juraban que sí. Y es muy difícil verificarlo con un test clínico serio, porque necesitas voluntarios enfermos de la misma dolencia en el mismo grado; un test doble ciego y... En fin, es muy complejo.

¿Entonces...?
Cuando alberguemos dudas sobre creencias, podemos recurrir a experimentos no tan sofisticados: "Si usted cura con el magnetismo de sus manos - le dijimos al magnetista-,podrá detectar también si una persona está o no en la misma habitación con usted aun sin verla: sentirá su energía, aunque no vea a la persona".

¿Aceptó?
Le propusimos experimentarlo con cien personas y aseguró que acertaría el ciento por ciento de las ocasiones.

Y...
El tipo era fantástico: sudaba, temblaba, se retorcía... Si hubiera elegido meramente al azar, habría acertado el 50 por ciento de las pruebas: esto es 48, 49 o 51, 52... Si hubiera acertado 63 veces, hubiera sido paranormalmente bueno; y si sólo hubiera adivinado 37 ensayos, sería paranormalmente malo.

Y...
Acertó 52.

Paranormalmente normal.
Y lo publicamos. Fue pedagógico: si desafiáramos con experimentos sencillos nuestras creencias económicas, políticas y personales, cambiaríamos nuestras vidas.

Debe usted de tener muchos ejemplos.
¿Por qué compra determinadas marcas? ¿A quién vota? Teste sus creencias: apunte, mida, compare y verá que muchas de sus creencias carecen de razones.

 



Caso 9. Placebo y analgésicos.


“Solamente el necio confunde valor con precio”, Antonio Machado.
 

Nadie en su sano juicio cometería el error que denuncia la frase: todos sabemos que una cosa es el valor y otra muy diferente el precio. Y, sin embargo, inconscientemente tendemos a dejarnos llevar por el equívoco, lo que, de hecho, nos convierte en necios. Un ejemplo a colación: ¿cura más un medicamento de marca que un genérico? Parece que sí. Más aún: ¿cura más un medicamento a su precio habitual que el mismo en oferta? Parece que también.


Esa fue la sorprendente conclusión de un experimento llevado a cabo por un equipo del MIT encabezado por Dan Ariely. Un grupo de estudiantes de posgrado de la famosa universidad (las cobayas habituales de este tipo de estudios) probaron en sus carnes un nuevo analgésico, llamado Veladona. Para comprobar su eficacia los participantes recibieron una andanada de descargas eléctricas bajo los efectos del medicamento. Una parte de los voluntarios fue informado de que el precio del comprimido de Veladona era de 2,5 euros mientras que el segundo grupo pensaba que su precio era sólo de 10 céntimos.

Unos y otros declararon haber recibido un fuerte alivio del dolor tras tomar la Veladona pero aquéllos que pensaban que la medicina era más cara se sentían mucho más aliviados (el doble) que los que pensaban que era una bicoca. Pero mucho mejor les fue a los que, además de asumir el precio más caro, leyeron sobre los estudios científicos que refrendaban la eficacia del Veladona. Lo más increíble del asunto es que el supuesto analgésico no era más que una pastilla de vitamina C, así que todo el alivio sobrevino por el efecto placebo y, lo que es más importante, de las expectativas despertadas en el paciente en función del precio y la fama previa del producto.

Un estudio posterior realizado por el mismo equipo con medicamentos reales contra el resfriado, llegó a conclusiones parecidas: los enfermos que habían adquirido medicamentos rebajados aseguraron haber tardado más en curarse que aquellos que los compraron a su precio habitual.

El efecto placebo suele resultar un tema incómodo para los médicos, que quieren ser considerados como hombres de ciencia y no como una especie de brujos que dispensan remedios “psicológicos” (¡yuyu!), pero lo cierto es que el acto de extender una receta tiene una connotación psicomágica -en la cosmogonía de Jodorowsky- que puede ayudar a curar a ciertos pacientes de sus dolencias. La explicación de este fenómeno es que ante la perspectiva de la llegada del alivio al dolor el propio cuerpo genera los opiáceos que a la postre nos reconfortan.

En el caso del precio de los medicamentos los mecanismos del efecto placebo provocan un conflicto en el estamento sanitario. Desde la Seguridad Social se nos anima a utilizar medicamentos genéricos porque su composición química es prácticamente igual a la de los productos de marca. Sin embargo, de ser ciertas las investigaciones de Ariely, por el mero hecho de ser más baratos los genéricos resultan menos eficientes que sus equivalentes de postín. Como reflexiona el propio investigador, “¿Hay que consentir la irracionalidad de la gente, permitiendo que con ello aumenten los costes de la atención sanitaria?”. Tal vez la respuesta sea la contraria y el camino a seguir para reducir la factura farmacéutica sea dotar a los pacientes de las herramientas para que sean sus propios cuerpos los que segreguen las medicinas que necesitan y dejar para los casos más graves la figura del mago envuelto en su bata blanca.
 



Caso 10. Precio de productos.

Un estudio realizado en el 2005 por académicos de Stanford, INSEAD y MIT investigó la influencia del precio en la eficacia de los productos. Para empezar los académicos fueron a un gimnasio donde reclutaron dos grupos de voluntarios bajo la excusa de participar en una degustación de Twinlab Ultra Fuel (una bebida energética) que se publicita como un “suplemento energético que aumenta la resistencia”.



Uno de los grupos pagó el precio normal de la bebida mientras que el otro pagó solo un tercio de ese precio con la excusa de que los académicos habían conseguido un descuento por la compra al por mayor. Luego ambos grupos se ejercitaron normalmente y al finalizar completaron un cuestionario donde calificaban, entre otras cuestiones, la intensidad de sus ejercicios y cuán fatigados se sentían.

Llamativamente el grupo que había pagado la bebida con el descuento calificó la intensidad de su rutina como más leve y reportaron estar más cansados que el grupo que había pagado el precio completo.
 


Estos resultados son importantes porque la percepción que estas personas se hayan formado de la eficacia de la bebida será la que decidirá si en el futuro la volverán a comprar, aunque solo demuestran que un precio menor afecta a la percepción, sin decir nada sobre el desempeño real del producto.

 



Caso 11. Trabajo mental.


Para testear el efecto en el desempeño real los académicos decidieron realizar otro estudio. Esta vez reclutaron voluntarios para realizar un trabajo mental.

Con la excusa de evaluar el nivel de dificultad, los académicos le pidieron a un primer grupo de voluntarios que tratara de resolver 15 puzzles, resolviendo tantos como pudieran en 30 minutos

A un segundo grupo de voluntarios les dieron los mismos puzzles pero antes de resolverlos pasaron por el siguiente proceso: en primer lugar se les mostró el envase y los ingredientes de una conocida bebida energizante, SoBe Adrelanine Rush, la cual alegaba en su publicidad “incrementar la concentración mental”, después les vendieron la bebida a su precio habitual (1,89 dólares) y finalmente les pidieron que esperaran 10 minutos mientras la bebida hacía efecto para así incrementar la expectativa de que la bebida influenciaría su capacidad mental.


Finalmente, los académicos le pidieron a un tercer grupo de voluntarios exactamente lo mismo que al anterior, pero esta vez le vendieron la bebida a un precio descontado (0,89 dólares) diciendo que habían conseguido un descuento por haber hecho una compra institucional.

El primer grupo que no bebió ninguna bebida (el grupo de control) resolvió -en promedio- 9,1 de los 15 puzzles, el segundo grupo que pagó el precio habitual por la bebida resolvió en promedio casi la misma cantidad que el grupo de control pero el tercer grupo que pagó por la bebida un precio reducido resolvió solo 6,5 puzles.

¡El solo hecho de pagar un precio reducido provocó un efecto placebo negativo e hizo que se volvieran “menos inteligentes” resolviendo un 28% menos puzles que si no hubieran bebido nada!

 



Caso 12. Efectos fisiológicos.
 

Un estudio realizado por el Sistema de Salud de la Universidad de Michigan explica los fuertes efectos fisiológicos que presentan algunos pacientes al uso de placebos.

En este estudio el grupo de neurología de esta universidad ha localizado un área del cerebro que se activa cuando el paciente cree que está tomando un medicamento.

Se usó dos tipos de escáneres diferentes a personas totalmente sanas:
-Realizaron Tomografías por Emisión de Positrones (PET): Se sometieron 14 voluntarios.
-Resonancia Magnética Funcional fMRI: Se sometieron los 14 anteriores, 16 voluntarios más y 18 personas a las que no se les sometió a PET pero que se les sometieron a las mismas pruebas que a los demás dos veces.


Los resultados se combinaron.

Al grupo de personas al completo, se les iba administrando una inyección dolorosa, se registraba la actividad del dolor y luego se les administraba el placebo.

A los grupos de 14 y 16 personas se les advirtió que si conseguían describir los efectos de dicho 'analgésico', recibirían una recompensa de 5 dólares. Al grupo de 18 personas se les informó la verdad de lo que se les iba a administrar.

La investigación reveló que en los pacientes más receptivos al uso de placebos se activaba la producción de dopamina, un tipo de endorfina responsable de los sentimientos placenteros.

Por el contrario, en los pacientes que se les advirtió de la verdad, no había reacción e incluso alguno podía llegar a experimentar el efecto nocebo.

 



Caso 13. Alergias.

En Japón, a unas personas alérgicas a una hiedra venenosa se les frotó un brazo con la planta diciendo que era inocua y el otro brazo con una hiedra inofensiva asegurando que era venenosa.
 

Los 13 pacientes tuvieron sarpullidos en el brazo frotado con la planta inofensiva y sólo dos presentaron reacciones a la hiedra venenosa.

Lejos de replantearse su actitud hacia el enfermo, los partidarios de la medicina oficialista encuentran en estos resultados una confirmación sobre sus acusaciones a la medicina natural o alternativa de beneficiarse del efecto placebo. Sin embargo, los estudios realizados con Acupuntura, Homeopatía y plantas medicinales, entre otros, han demostrado que no es así, por lo menos no más que con los tratamientos farmacológicos.

La alergia y el asma son dos de las enfermedades cuya evolución estás más vinculada a los factores psicológicos que afloran con el placebo. Un experimento con niños asmáticos comprobó que si se les hacía oler vainilla al mismo tiempo que se les administraba un bronco dilatador, al retirarles el fármaco la vainilla conseguía los mismos resultados que el fármaco en uno de cada tres casos.

Las alergias son un ejemplo claro de enfermedad debido a factores etiológicos de distinto tipo. En la alergia, un antígeno produce una reacción del sistema inmune, que también se ve alterado por las emociones. Los dos factores influyen aunque no sabemos en qué medida lo hace uno u otro. Lo mismo ocurre, cuando nos sale una pupa. Los virus que la provocan están ahí, los tenemos todos, pero las emociones negativas debilitan las defensas y posibilitan el desarrollo del virus. Emociones como el estrés y la ansiedad deprimen nuestro sistema inmunitario, al igual que la depresión.

Un reciente estudio de la Universidad de Ohio ha revelado que las personas deprimidas están expuestas a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y, en el caso de los hombres, incrementa el riesgo de muerte por cualquier enfermedad. Por el contrario, la confianza en el tratamiento aumenta las perspectivas de curación. Un trabajo de la Universidad de Texas realizó un curioso experimento con pacientes con rodillas inflamadas y dolorosas.

Los médicos anestesiaban a los pacientes, les realizaban tres pequeños cortes y fingían que operaban. Dos años después, aquellos que habían sido sometidos a una cirugía falsa sentían el mismo alivio del dolor y la hinchazón que los que realmente habían sido operados.
 



Caso 14. Amuletos y supersticiones.

Las supersticiones y los amuletos, contrariamente a lo que se pensaba, sí funcionan. Al menos, en las personas que creen en ellos. Así lo demuestra un estudio elaborado por la Universidad de Colonia, en Alemania, según el cual pueden hacer que las personas rindan más y sean más positivas.



La investigación ha sido realizada por el psicólogo social de dicha Universidad Lyssan Damish, con la colaboración de Barbara Stoberock y Thomas Musseweiler. Al parecer, Damish sentía interés por la actitud supersticiosa de los deportistas en partidos y encuentros deportivos.

En declaraciones a la revista 'Psychological Science, recogidas por 'Tendencias 21', Damish explica que en muchos deportes se observa cómo a menudo "los deportistas, incluso los más famosos, mantienen sus propias supersticiones y amuletos de la buena suerte". Y pone un pone un ejemplo: el jugador de baloncesto de la NBA, Michael Jordan, llevaba siempre los pantalones cortos de su equipo universitario debajo del uniforme de los Chicago Bulls cada vez que jugaba un partido con este equipo. Así que pensó realizar el estudio del que hablamos.


El 'Modus Operandi'

Para sacar sus conclusiones finales, los idearon cuatro experimentos. A saber:

Uno, en el que los voluntarios tenían que jugar al golf. Una parte de ellos recibieron 'una pelota de golf de la suerte' y otros una pelota corriente.

En el segundo experimento, los participantes tuvieron que inclinar un cubo con una red de 36 agujeros hasta conseguir introducir en ellos 36 bolas. Como en el anterior, una parte procedió a la tarea sin amuletos ni supersticiones, mientras que a la otra mitad se les dijo una frase del tipo 'cruzaré los dedos por ti'.

En el tercer y cuarto experimento, los voluntarios llevaron talismanes de la buena suerte propios, de los que fueron despojados bajo la excusa de que los iban a fotografiar. Sólo a la mitad de los voluntarios les fueron devueltos sus talismanes, mientras que al resto se les dijo que había habido problemas con la cámara, y los talismanes debían permanecer en otra sala.

Antes de realizar la tarea del tercer experimento, a los participantes se les realizó un cuestionario para evaluar su grado de confianza y optimismo con respecto a ella. Esta tarea consistió en un ejercicio de memoria en el que los voluntarios tenían que emparejar cartas colocadas boca abajo.

En el cuarto experimento, de nuevo una mitad de los participantes pudo tener sus talismanes, mientras que la otra mitad no. También completaron un cuestionario, antes de realizar un anagrama que consistió en formar todas las palabras que pudieron a partir de un grupo de ocho letras.

Los resultados.

Realizados los experimentos y vistos los resultados, los investigadores pudieron confirmar que las supersticiones sí funcionan: quienes jugaron al golf con la 'pelota de la suerte' lo hicieron mejor que que quienes jugaron con la pelota normal; como los que recibieron la frase de la buena suerte, que demostraron una agilidad motora mejor que la de los demás.

Y lo mismo con el tercer y cuarto experimento: quienes tenían los talismanes autoconfiaron más y obtuvieron mejores resultados.

Con esto, se constata que las supersticiones positivas afectan de manera beneficiosa al rendimiento futuro de forma positiva. Así las cosas, ¡viva el efecto placebo!

 



Casos 15, 16 y 17. Ámbito deportivo.

Seis estudios empíricos publicados han tratado el efecto placebo en el deporte.

Estos han demostrado que, por ejemplo, los atletas que creían falsamente que les habían administrado esteroides anabólicos (Ariel y Saville, 1972; Maganaris et al., 2000), o que habían ingerido carbohidratos (Clark et al., 2000), cafeína (Beedie et al., 2006), o un hipotético “nuevo ergogénico” (Foster et al., 2004), o que creían estar utilizando un dispositivo respiratorio para el entrenamiento (Sonetti et al., 2001), exhibieron un mejor rendimiento en comparación con las condiciones de control o con un grupo control.


La evidencia, no obstante anecdótica, sugiere que los efectos placebo tienen de hecho influencia en el rendimiento durante la competición. Una muestra bien documentada es la versión de Vogt (1999), de cómo él engañó al ciclista francés Richard Virenque al hacerle creer que había tomado un estimulante. “Se suponía que debía inyectar en la espalda de Richard este disparate una hora antes del comienzo… Al momento indicado le di a Virenque su inyección. Aquel día él llevó a cabo el tiempo de prueba de su vida, finalizando en segundo lugar después de Ullrich. El alemán comenzó 3 minutos después que Richard y lo alcanzó, luego de la cual los pares tuvieron una memorable batalla por la punta hasta el final. “Dios me sentí bien! Esa cosa es asombrosa” balbuceó. “Debemos conseguirlo todo”. Sus resultados tuvieron algo que ver con la cápsula mágica – pero hay una cosa que él no sabe, a menos que lea esto. Tuve que deshacerme de la poción mágica y cambiarla por una que contiene una pequeña cantidad de glucosa. No existe un sustituto para la propia creencia…”

De manera similar, al hablar del oeste alemán que sin precedentes ganó en 1954 la final de la copa mundial de fútbol, luego el doctor de la Federación de Fútbol Alemán, Profesor Franz Loogen indicó: “Yo inyecté a los hombres con vitamina C porque yo debía aumentar sus niveles de energía…no se puede medir el efecto que tiene, pero los jugadores creen en el “(Campeones mundiales ó jugadores tramposos?

Un ejemplo reciente es el uso de “parches de energía” por parte de jugadores de fútbol de la NFL, quienes por ejemplo han afirmado que:“he notado un incremento en mi resistencia y corrí el mejor partido que haya corrido. También noté un incremento global cardio…, los parches me permitieron correr más y a una mayor distancia”

 



Fuentes:
Casos 1 y 2:
http://html.rincondelvago.com/efecto-placebo.html
Caso 3 y 4:
http://www.mundo-geo.es/gente-y-cultura/efecto-placebo-como-funciona
Caso 5:
http://escuela.med.puc.cl/recursos/recepidem/estexper05.htm
Caso 6:
http://www.trebol-a.com/2006/04/13/el-efecto-placebo-el-esquema/
Caso 7:
http://www.xatakaciencia.com/psicologia/si-no-bebes-alcohol-tambien-te?-puedes-emborrachar-basta-con-que-te-imagines-que-lo-bebes
Caso 8:
http://www.lavanguardia.es/lacontra/lacontra.html  
Caso 9:
www.yorokobu.es/medicamento-caro/  
Casos 10 y 11:
http://marketisimo.blogspot.com.es/2011/10/el-efecto-placebo-cuidado-con-las.html 
Caso 12: http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_placebo
Caso 13: http://www.blogsalud.net/efecto-placebo-en-alergia-y-asma/
Caso 14: http://www.elreferente.es/actualidad/viva-el-efecto-placebo-8801 
Caso 15, 16 y 17: https://www.g-se.com/a/1072/efecto-placebo-en-el-deporte-competitivo-datos-cualitativos/



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